sábado, agosto 19, 2006

Edades de piedra

para pop


A ella misma en otros tiempos le hubiese dado miedo todo esto que ahora le divierte tanto.
Habla con un islandés, lo que resulta una verdadera excentricidad, según el lado del Globo en el que vivas. Se trata de un treintañero de apellido Björnsson, que la hospedará una semana.
Chatean en inglés, que es el idioma natal de ninguno de los dos.
Entre Enter y Enter, Silvia -quizá él también- medita sobre la comunicación, los vertiginosos cambios en el mundo; la invade cierta alegría histórica por vivir este presente.
Tiene un detalle para su anfitrión, le pregunta si quiere un regalo de Madrid; él no duda: "un libro que explique cómo hacer las casas con piedra".
Entusiasmado, Björnsson recomienda webs de paredes hechas con papel, otras de medianeras levantadas en pocas horas con piedras, cal, pico y poco más. De hecho, en su foto del Messenger posa sonriente con un pico en la mano derecha; parece dentro de una cápsula (espacial, Silvia fantasea) con un fondo de césped ralo, saturado de amarillo. Luego de varios links, subrayados, azules, extensos; afirma que le fascinan los secretos de la construcción de muros pétreos; Silvia ha agotado sus recursos admirativos anglosajones: wow, amazing!, very interisiting, great, oh, wonderfull.
“Te llevaré a conocer una fábrica de aluminio que está haciendo estragos en los bosques.”
Silvia agradece, pero aduce falta de tiempo. Iremos, no llevará más que media tarde, responde Bensi y le pregunta por segunda vez si le gusta contemplar la naturaleza.

Silvia dice:
Claro, soy agrónoma.

Bensi dice:
Lo sabía, pero necesitaba confirmar eso.

Es posible que Silvia no conteste, su estado es Ausente.

Se toma unos minutos para pensar, prepara café. Llama Laura desde Argentina, está encantada, esta noche irá al teatro.

Vuelve al monitor, ha recibido un mail de Bensi, con un archivo adjunto que la sobresalta un poco: Silvia.jpg.

Silvia dice:
Qué es esa imagen que me enviaste?

Silvia dice:
Estás ahí?

Bensi sigue conectado, pero no dice nada.
Silvia abre el correo ansiosa, la imagen tarda en bajar. “Tarda”. Finalmente abre, es un mapa, una península blanca, contrastando con el mar celeste y los ríos rojos ¿o caminos? Cuadros con aviones y algunos nombres destacan: REYOARFJÖROUR, SKÚTUSTAOAHREPPUR y SVEINSSTAOAHREPPUR.

Silvia dice:
Era un mapa.

Haz enviado un zumbido.

Silvia dice:
Hey, Bensi.

Silvia dice:
Gracias por el mapa, pero no sé qué significa.


Han pasado diez minutos, Bensi en silencio.

Apaga el ordenador. Piensa en que no sabe qué pensar.
La maleta abierta sobre la cama, aún faltan días, pero ella es así. El café, frío y Silvia algo inquieta por la charla y el mapa, igual ansía el viaje; ahora sabe qué pensar, y piensa que necesita salir de una ciudad en la que no se habla del paso del tiempo, sino de los cambios de clima.



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