domingo, julio 30, 2006

Amigo Changez



Te cuento.

Una mañana me llamó a las siete y dos minutos. Me compré una medialuna, soltó.
No dije nada, me costaba reaccionar, y ella continuó

- Te digo que me compré una medialuna, LA medialuna. El arquetipo de la medialuna. Me di cuenta en casa, en la panadería la eligió mi dedo, al azar, mientras yo ya miraba hacia otro lado. ¡Es tan perfecta! Le tomé una fotografía -sí, ella dice siempre así: fotografía-, he pasado más de media hora iluminándola, pero logré una toma entrañable. Acabo de subirla a mi Blog, en el de las sensaciones; tienes el link. He estado hablando con ella y...

- Perdón, con quién...

- ¡Con la medialuna!... es perfecta. ¿Tú no hablas con los objetos?

- ¿Eh? Ah. Sí. Claro. Yo...

- Bueno, la bauticé Croissant, porque he he se merece un trato francés en su efímera gloria.

La charla duró poco más, tenía clase en la Universidad, y dudaba si comer el croissant o irse sin desayunar. Coincidimos en que debía comerlo, que eso sería dignificar su efímero destino natural, que la posteridad ya se la había dado con la foto... grafía y el blog.


Esto sucedió hace tantos meses que ya van a hacer tres años.

Es increíble, pero esa chica terminó abandonándome... ella a mí. ¿Entiendes? Por entonces llegué a llamar de usted a mi sombrero...

Hoy a las siete y diez sonó el teléfono de la vecina; desperté creyendo que era el mío y me quedé con el tubo en la mano, más dormido que despierto, esperando cualquier voz femenina, mientras el otro teléfono seguía sonando. Tardé unos segundos en advertir lo patético del cuadro.

¿Quieres que te diga una cosa, Changez? A veces, el amor se parece mucho a la estupidez.




dedicado al amigo gonzalo

(ah... y lean el comentario de "zona")

2 comentarios:

La Zona del Silencio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
La Zona del Silencio dijo...

Un día fui a comprar un espejo. El de mi tocador se había roto por extraña razón y necesitaba ver de cerca los nuevos defectos que surgían cada mañana en mi persona (además de que tener un espejo asì representan siete años de salación).
Fui a la tienda de espejos.
"Sólo tenemos lunas" - me dijo el encargado. Yo me la pensé, porque no llevaba mucho dinero y esos espejos de recàmara son caros... -"le muestro"

Me llevó a un lugar apartado de la tienda. Era una especie de pabellón con algunas personas regadas en el espacio. De blanco. Una especialmente llamó mi atención... ¿por qué me trajo aqui? Yo lo que quiero es un espejo... -"Por eso. Ahi lo tiene". Y desapareció. La mujer de blanco llamó mi atención de nuevo, soltaba una especie de estertor al respirar... como de hojalata arrastrándose en el suelo. Algo en ella aullaba algo más en silencio. Y casi podía escuchar. Me acerqué... No pude evitar un grito. Ella era idéntica a mi.
¡Quiero salir de aqui! !Déjenme salir! !Yo sólo quería un espejo!Me di cuenta que no había siquiera puertas. No lo podía creer. No sabía donde estaba, no sabía que estaba pasando y esa mujer allí, observándome.