sábado, septiembre 02, 2006

Bajar

Me mira.
Lo ha intentado.
Las diez de la noche, pero aún es de día en esta ciudad.
No he querido salir, he pasado la tarde postergándolo.
Ha sido comprensiva, ha propuesto diversas actividades, todas interesantes. Incluso algunas, interesantes sólo para mí.
Pero yo no he querido salir, y nada especialmente divertido o necesario me retuvo en la casa, no. Su compañía, creo, me ha resultado indiferente hoy.
Los sábados no recogen la basura en estas manzanas, quizá en todo el barrio. Quizá calles abajo los cubos estén rebosando de bolsas, y alguien se apure antes de que pase el camión.
Esta casa es nuestra, la elegimos juntos.

No quiero hacerle daño, ni salir.
Antes de dormir insultará en voz baja pero audible, lo sé.
Ahora en mi tórax ese vacío de avión al despegar.

Minutos.

La televisión repite un fuera de juego evidente.
Cambia de CD, tararea en francés.
Actualizo la pantalla, suspiro.

Aparece en el vano de la puerta, se ha puesto el vestidito floreado.
Lo compró en un mercado, lo separó de una pila de ropas y me lo enseñó; asentí sin saber cuán hermoso podía sentarle ese pequeño trapo.

- Vamos a tomar una cerveza a la esquina. ¿Sí? Te espero abajo.
- Sí, amor, ahora voy.

Baja a la cocina, o al espejo de la sala a acomodarse los pendientes.
Sí amor, ahora voy; y me desparramo un poco más en la silla, y estiro los pies.

1 comentario:

g. dijo...

Eso, eso, ni un día sin poesía.



;-)



Vuelvo mañana, despierta, a leer. Buenas Noches.